Te odio, mi amor

 

Encarémoslo de una vez: ésta es la semana de san valentín. Vamos a tener que hacernos a la idea. ¿Ya tienen reservación? Ojalá que sí. De lo contrario, podemos hacerles algunas recomendaciones. Por ejemplo, una tarde en Al-Andalus, seguramente el mejor restaurante vegetariano de la ciudad, o en el Tandor de Alí, que es como una fonda india completamente singular. Por la noche: tacos en Páramo, pato rostizado en El Dragón (neta tienen que probar ese gran pato), arroz caldoso en Mar a Mar… Y para cerrar la noche: sakes en Wanwan.

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Tenemos algunos textos para ustedes esta semana de amor odio. Por ejemplo, esta defensa apasionada de la hamburguesa industrial de Luis Reséndiz. El pobre sabe que su amor no va a llevarlo a nada bueno (no tuvo que ver Super size me para enterarse), que esa relación está condenada al fracaso (hey, ¿cuál no?), pero simplemente no puede dejar de comerlas. El mundo es hermoso y terrible cuando estamos enamorados. O cuando huele a Burger King.

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Antonio Calera-Grobet, colaborador habitual de nuestras páginas –cuando teníamos páginas, pues–, le escribió una carta de despedida a un amor que ya no es. Comían bien esos dos, se nota, y el hecho viene abundantemente explicado ahí. La carta empieza así: “Y ahora que me has botado para siempre, en este dizque mes de los enamorados me doy cuenta de que no te extraño para nada.” Spóiler alert: la extraña horrible. Por su parte, The Unperson Project nos ofrece una forma de borrar y enviar al olvido a esas personas que ya no queremos alrededor de nuestra. Hagan su lista.

Ahora, una pregunta. Qué es peor: ¿separarse o seguir juntos hasta el fin de los días? No traten de responderse. Es lunes y todo es un poco en broma, pero hay gente que considera que seguir juntos, incluso dentro de cierta relativa felicidad, es la condena. Pregúntenle al poeta Mark Strand. Llegar a este punto, dice, hablando de una cena en pareja entrada en años, tiene sus ventajas: “No tenemos dónde ir ni razón para quedarnos.” O pregúntenle al poeta Vicente Gallego, que imagina una cena familiar angustiosa y triste, emponzoñada por el veneno de la infidelidad. ¿Cenar solos es la solución? Probablemente.

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No. No pensemos en eso. Mejor: ¡afrodisiacos! Scarlett Lindeman los explora en varias culturas. Y mejor: la alimentación como cura para la melancolía del enamorado. Y mejor todavía: ¡cosas cariñosas! ¿Se han dado cuenta de que a las personas que amamos les decimos también de comida? Es lindísimo el lenguaje comestible del amor y el sexo, todo lleno de risas y hambre y azúcar. Disfrutémoslo mientras lo tenemos, cupcake.

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Paseen por nuestro sitio. Hay un montón de poesía y amor y cosas como ésas, que son las que nos mantienen en movimiento. (¿Cierto?) Únanse a nuestras redes. Estamos en facebook, twitter e instagram. Ahí siempre andamos de buenas. De otra forma, aquí estaremos el próximo lunes.

Les deseamos que esta semana esté llena de emojis de berenjenas y fresas y duraznos. Cojan bonito y coman bonito. Si no, ¿de qué van a acordarse cuando estén en el paraíso?