Letras bonitas

 
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Casi todo es bien bonito. Las cosas que les traemos y las cosas que ustedes nos comparten son bien bonitas. Trump es horrible, la derecha que empieza a enmantelarnos es feísima, el PRI es espantoso, pero son excepciones en un mundo lleno de cocina y de cine y de pintura y de foto y de arquitectura y de música y de sexo y también, aceptémoslo, de pinche amor. Un mundo lleno de literatura. Eso es bien bonito.

¿Qué tal si hoy pensamos en letras? ¿Tienen tiempo?

Los invitamos a explorar nuestro sitio con letras en la mente. Pueden empezar con algunos de nuestros libros favoritos del año pasado o del año antepasado también. (Son los dos años que llevamos en línea, esperen más en el futuro.) Luego, pueden echarle un ojo a estos dos libros taqueros esenciales, que en realidad son parte de la gran bibliografía taquera de nuestros tiempos.

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Pero les traemos letras ‘nuevas’ también, claro. Vayan al final de esta breve nota sobre El vientre de París de Zola para descargar el libro completo. Échenle una leída a este desayuno de campeones del pobre loco Hunter S. Thompson para que vean lo que es bueno. “Cuatro bloody marys, dos toronjas, una cafetera completa, rangoon de cangrejo, un cuarto de kilo de salchicha o de tocino o de hash de res con su chilito picado, una tortilla española o huevos benedictinos, trozos de limón para sazonar a discreción, un litro de leche, algo tipo pay de limón, dos margaritas y de postre seis rayas de la mejor coca posible.” Por supuesto, no seremos nosotros quienes le digan a cada quien qué desayunar pero: Waaaat?!? No sorprende que el caballero haya terminado pegándose un tiro.

Hablando de decir qué sí y qué no, lean esta curiosa censura contra la gula de Alfonso Martínez de Toledo. Luego luego se le nota que estaba babeando mientras la escribía. ¿Para qué censuramos si todo es tan sabroso? Entre otras curiosidades les traemos también a unos muertos que no pueden dejar de comer a pesar del hecho de estar, *cof cof*, muertos. No son zombis, no son vampiros: son muertos que siguen con hambre. Les traemos una exploración literaria de los hábitos alimenticios de algunas mujeres fames o infames (hola, Eva Braun), además de una mirada a la poeta y cocinera Sylvia Plath. Y les traemos, vía un hermoso libro de Simon Callow, un intento de responder a esta pregunta: querido Orson Welles, ¿por qué te pusiste tan gordo? (Ojo: no es juicio; es duda legítima.)

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Casi todo es bien bonito. Esta cosa que es la cocina y la literatura, esta manera que tenemos de pasarnos las ideas unas a otros, unos a otras, sin parar, como si las subiéramos a una nube imaginaria, es endiabladamente bonita. Es como si contra todo lo que está mal hubiera algo esencial que compartimos mujeres y hombres –un como puñito que está adentro de nosotros, o una como semilla, o una como frutita– y dijéramos: “Esto, que es esencial, tenlo: es gratis; esto es de todos.” Qué bonito.

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Lean poesía si es que eso es su interés. (¿De quién no?) Y piensen esto: casi todo es bien bonito.