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Éste es un fragmento de 24 horas de comida en la ciudad de México (Editorial Planeta, 2018). Compren un ejemplar firmado aquí.

Alonso Ruvalcaba vs Stevie Smith; fotos: Andrea Tejeda

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Me robé este poema de New Selected Poems (1972) de Stevie Smith, y lo reproduzco aquí sin permiso de nadie. Al original, que es lindísimo y pueden leer acá, como que le urgía ser puesto al día de la ciudad de México. No tengo idea si lo traduje o lo volví a escribir pero, según yo, queda mejor así: atado a nuestra horrible y hermosa ciudad. –AR

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BONITO

¿Qué tenemos contra la palabra bonito?
En noviembre es bonita la hoja que se cae.
Cae la tremenda lluvia de septiembre y los charcos de Circuito Interior crecen y crecen
y en el lago la carpa nada tras su presa,
nada tras su presa y eso es bonito también:
su presa escapa como un destello bajo el agua
pero un rato nada más: ya la aprehende la carpa.
La carpa es un pez que nunca se queda sin su presa.
Y eso es bonito.

La rata es bonita.
Cómo estira sus patas, abriendo los dedos
como si acabara de despertarse o tuviera mucho sueño,
y debajo de la colcha intermitente de la lluvia busca qué comer. 
La lluvia la incomoda. No. No la “incomoda”. La rata no está incómoda. 
La comodidad no pasa por la mente de la rata. La rata se adapta a la ciudad. Qué bonito.

El tecolote en Coyoacán caza a la rata a estas horas también, y eso es bonito.
Agua le cae del cielo en la cabeza y en los ojos, parpadea involuntariamente el tecolote, y hay agua por todas partes en los Viveros,
hace frío, pero no tanto para que el agua se congele.
Todo eso es bonito. No podría ser más bonito. 

No. Sí podría ser más bonito. Siempre podría ser más bonito.
Es como si la ciudad se inclinara hacia el cielo,
hipnotizada por los racimos de su propia luz.
Ya es tarde pero el cielo es más ligero que la ciudad
y eso es bien bonito.
Parece fácil pero es extraordinario.
O mejor: es extraordinario que sea tan bonito.

O es descuidado. Y eso es muy bonito.
Los charcos, los viveros, la carpa, el tecolote son descuidados. No les importa.
(La rata, ya lo vimos, es descuidada. El cuidado no pasa por su mente.)
La naturaleza de la ciudad siempre es descuidada e indiferente,
la persona que mira
la persona que pasa
no significa nada. Y eso es todavía más bonito.

Pues bien. Alguien, un ladrón, puede pasar –¡qué bonito!–
y robarse el tacto, la sensación de la ciudad, pisar el charco,
oír el tecolote y no decir nada, nomás pensar qué bonito.

Tú piensa qué bonito qué bonito qué bonito
y un día podrás ni siquiera pensar qué bonito
y entonces serás libre
serás libre de la ciudad y de la humanidad completa
y eso es lo más bonito que hay.
De veras eso es bien bonito.~

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