Motivos para dar gracias

 

Es una lástima que en México no hayamos adoptado el día de acción de gracias como una fiesta nacional. (En Estados Unidos y otros lados se celebra este jueves, 23 de noviembre.) En tiempos infernales como estos –¿como todos?– debe ser parecido a una ducha de agua fresca tomarse unos minutos para imaginar dos o tres motivos para dar las gracias: no vagas gracias generales sino gracias pequeñas pero específicas. Es una lástima que no lo hayamos adoptado pero también una oportunidad gigante porque podemos celebrarlo libres del peso de la tradición: podemos comer lo que se nos antoje. No hay reclamos ni compromisos.

 
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Claro que lo clásico es un pavo, y nosotros podemos decirles cómo hacerlo. (Si quieren, léanlo en inglés: Salt the shit out of that bird!) Pero lo divertido será, tal vez, agarrar otros caminos. Puede ser por ejemplo el camino del cerdo, el mejor amigo del hombre. Preparen este enorme rostizado: la cubana, que puede ser vista como una porchetta pero de espíritu caribeño, guapachoso: mismo corte de puerco, mismo bello chicharrón crujiente y oscuro, pero sazonado con una mezcla bailarina de comino, naranja, chile y yerbas. Es un gran plato que adaptamos de un gran libro: In the charcuterie de Taylor Boetticher y Toponia Miller.

Otro camino: el de la cocina de la austeridad. Son tiempos así. Si se deciden por seguir esta senda, les recomendamos muchísimo una cocina de fiesta norteña. Háganse un cortadillo de res y acompáñenlo con arroz con pasas, frijoles y tortillas de harina. Nos enseñó a hacerlo una señora genial, Rosario Espinosa, maestra del guisado en Sabinas Hidalgo, Nuevo León, y ese aprendizaje es una de las cosas que se agradecen para siempre. (Lo sentimos pero todavía no vamos a dejar de hablar de Nuevo León.) ¿Y qué tal si deciden hacer una cena vegetariana, sea por la sorpresa o por la convicción? Lo aplaudimos. (Y les damos las gracias porque están ayudando a salvar al mundo o al menos no están contribuyendo a destruirlo.) Empiecen con esta ensalada de yerbas con limón y jengibre, pura vibración, pasen a un salteado de tofu y coles de bruselas y acaben con un risotto de alcachofas. Si quieren meterle un poquito de proteína animal a su cena, hagan también esta ensalada de trucha ahumada con toronjas y aguacate y no necesitan nada más. ¿Y si, en cambio, optan por una taquiza? No seremos nosotros quienes intenten disuadirlos, pero los invitamos a que este taco de doble guisado sea el centro de la cena. Es un taco casi coreano y un taco completamente fiesta, un taco-convocatoria. (Gracias a los inmigrantes coreanos por haber hecho de la colonia Juárez la más emocionante para comprar y comer en el DF.)

¿Y para cerrar? Tres opciones: estas brutales natillas con salsa de caramelo saladito, que tomamos de otro libro estupendo –Gjelina: Cooking from Venice, California–, unos whoopie pies de calabaza, cuya receta proviene de la confitería One Girl Cookies, en Brooklyn, o unos pastéis de nata típicos de Lisboa. Cualquiera de las tres, o las tres: éste es un día de indulgencias. (Gracias a los astros o al azar que nos permitieron conocer Lisboa, la ciudad más bonita del mundo.)     

¿Ya saben por qué van a dar las gracias? Tenemos una propuesta: no nos morimos. Perece poco hoy, pero hubo un momento hace apenas unos meses en que todo parecía a punto de acabarse. ¿Se acuerdan? Ai les va otra: gracias a Frida, la perra rescatista con su carota y sus gafas y sus botas bicolor, y a sus perros secuaces (Eco, Evil, Drago, Dean y los otros cuyos nombres andan por ahí en las hemerotecas), que volvieron ese momento hace apenas unos meses un raro e inesperado remanso de esperanza y de futuro. Se acuerdan, ¿verdad? Que no se nos vaya a olvidar:

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Ahora, por fin, tomen su copa de vino o su paloma de mezcal, y entre todos brindemos por más y más cosas que agradecer.~

 

 
paola mendozaTHANKSGIVING