Sencillez y creatividad por todos lados

 

Qué bien le sientan las 10 de la mañana a la carita del Mar de Cortés. Hace unas semanas nos fuimos para allá a conocer Manta, el restaurante que Enrique Olvera montó en el hotel The Cape, en Los Cabos, y a charlar con él, con Abisaí Sánchez –el chef encargado del día a día de ese restaurante– y con Ezequiel Hernández, proveedor de frutos del mar de altísima calidad. Son tres mentes incesantemente innovadoras. Hablamos sobre pesca, sobre cocina, sobre ingredientes, y sobre el valor de la repetición. Probamos puras cosas buenas. Lo que nos trajimos del viaje –además de esta mugre camiseta– es la certeza de que hay un punto claro de unión, una intersección, entre sencillez y creatividad.

 (También les tenemos una receta de Enrique Olvera para acompañar su lectura. Es un ceviche de callo de hacha, coco y lima. Cierren los ojos; pruébenlo. Hagan de cuenta que están en Los Cabos. Ya si quieren otras recetas marinas de Olvera, publicadas antes de hoy en nuestro sitio, dense: acá hay un taco de robalo y acá uno de jaiba.)

El viaje puede ser de individuos pero también de costumbres, de intereses, de ingredientes. Adrián Espinoza explora en este texto una serie de travesías culinarias. La clave está en una piña viajera que nunca es probada por un rey, acaso por ser demasiado otra. “La comida –escribe Adrián– y particularmente la cocina son formas tanto de conocer al otro como de iluminar espacios oscuros en el mapa.” Viajar y comer son dos actividades inalienablemente asociadas. La comida es uno de los senderos mediante los cuales nos reconocemos como mundiales. Cuando comemos viajamos, pero al comer también se encuentran similitudes, se develan afinidades, se recortan distancias que nos separan del otro. Lean el texto completo aquí.

 Y acá, aproxímense al curioso viaje interior del nopal, ese estuche de monerías. O, si quieren, ese árbol de la vida. El nopal –dice Issa Plancarte en su texto– es un símbolo patrio, pero también un superalimento y una superherramienta. “En tiempos prehispánicos, el nopal siempre representó una enorme fuente de recursos: desde sus tallos, que es de donde nacen los nopales, y sus frutos: las tunas y el xoconostle, hasta la baba, que se utilizaba para dar acabados brillantes a edificaciones religiosas y casas.” También era hogar a la grana cochinilla, un insecto que sirve como colorante para teñir telas, murales, estatuas y alimentos. Idea millonaria: una vida basada en el nopal.

 (Hablando de viajes, ¿ustedes que alimentos extrañan más cuando están en otras tierras? Hay para todos: salsa Valentina o Cholula o Huichol, Tajín, jugo Maggi, chipotles en lata, tacos al pastor, quesadillas caseras… La nostalgia a veces viaja en la maleta. Otra cosita: también las palabras viajan, naturalmente. Piensen en el largo viaje de la palabra ‘chile’, que hermosamente implica toda la era de las exploraciones.)

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Pero antes: un viaje melancólico por la ciudad blanca.~

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