Un planeta que está en mi cuerpo.

 

Las cosas de todos los días pueden ser extrañísimas. Basta cambiarlas de lugar, yuxtaponerlas a otras cosas, sacarlas de contexto o verlas muy de cerca. Muy de cerca: con los ojos y las orejas y el morro bien abiertos. Las cosas de todos los días se transforman en otras cosas, en cosas sorprendentes o banales o terribles. Las cosas se transforman en paisajes, en ecosistemas, en infinitas series de fractales. En planetas.

Consideren la guanábana.

Cada día, antes de hacerla agua o postre, es nada más una guanábana: textura rugosa, espinada, pulpa dulce, semillas negras. Una fruta parecida a muchas otras. Ahora, cambien la lente. La guanábana es un planeta inhóspito a la vida, con volcanes acomodados por hileras en estaturas. El cuerpo de este planeta parece ocultar una suerte de sistema de drenaje geológico que asigna un caño de magma a cada cono volcánico. Lean sobre este planeta enano. Obsérvenlo bajo esta nueva luz.

(Gabriel Lara Villegas tomó esas extrañas fotos de la guanábana. Pueden ver sus fotos de comida en Irán aquí.)

Hay mucho que cocinar esta semana en HojaSanta. Yuls Suárez fue a Acapulco, como hacían nuestros ancestros, y trajo un montón de cosas padres –además de una camiseta del Baby’O, que sigue abierto y nos verá morir a todos–. Entre ellas: una receta de bolillo relleno de cerdo, directo de Relleno Vicky en el mercado central de esa querida, destruida, inolvidable ciudad. (Esperen muy pronto un breve mapa comestible de Acapulco, también de Yuls. Por ahora, pueden pasear por otras ciudades que nos gustan un montón.)

Para hacer un buen bolillo relleno necesitan un excelente monte de verduras en escabeche. Nosotros hacemos las nuestras siguiendo la receta de Gabriela Cámara, en su restaurante Contramar, que aunque está en la ciudad de México tiene las raíces bien plantadas en la costa de Guerrero. (Si no lo conocen, por vida suya vayan y pidan el pescado a la talla bicolor. Una maravilla. Gabriela también tiene Cala en San Francisco. Otro gran restaurante.) Y no olviden copetear su bolillo con esas verduras aciditas, con mordida, con crunch.

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Uy. Hablando de verduras con crunch: nopales. Y hablando de buenos usos de nopales: breakfast tacos. El breakfast taco es uno de los grandes inventos de la humanidad, ahí junto a la imprenta y la máquina de enviar fax. Esta semana traemos breakfast tacos YYY huevos revueltos perfectos. Tratar de combinarlos es tal vez una locura, una de esas cosas que uno hace –uno intenta hacer– como luchando contra todas las posibilidades, como jugando a ser Dios, como retando al destino a que nos diga: No; hasta aquí llegarás y no más lejos. (Es muy probable que estos breakfast tacos de nopales no les queden ‘perfectos’ la primera vez: requieren paciencia y cierta jiribilla técnica; pero no importa: son el vuelo de una loca imaginación, de un Ícaro que se acerca demasiado al sol, de un héroe lleno de hubris que no muere sin el puño alzado.) Digan que murieron en el intento. Si sí mueren en el intento, yo me encargo de alzar un monumento a su memoria en pleno Reforma y también me encargo de proveer los aerosoles y los esterbrooks para que la gran ola del triunfo femenino lo raye y lo desecre alv. Es el círculo de la vida.

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Y tengan, antes de irse, un plato de lentejas. Es una forma segura de ser felices.~