No sin mi diablo

 

El diablo es el misterio, el limo que todos conocemos y todos ignoramos. El diablo es venus: siempre intermitente, en caída, desapareciendo del cielo, hundiéndose en el bajomundo y en el bajovientre. El diablo brilla con una luz roja o negra, nunca verde o beige. Un traficante de órganos amputó las alas de un ángel soberbio y erótico hace mil siglos: ese ángel es el diablo. Como César en El planeta de los simios o el hombre sublevado de Camus, el diablo grita un gran No y nunca aceptará un sí por respuesta. (Como en César y en el hombre sublevado, en el ojo del diablo brilla la desesperada luz de la inteligencia.) El diablo es el abismo que mira de vuelta y la voz al final del túnel que dice: Ven.

Y esta semana le pedimos a Julio César Ramírez, maestro mixólogo y diablero de Catamundi, que nos hiciera un diablo con mezcal Barro de Cobre. Cumplió con creces: encuentren su receta aquí.

¿Saben qué también tiene mucho de diabólico? Aficionarse al futbol. Si ustedes le van a los Pumas –o peor: al maldito Cruz Azul–, saben de qué hablamos. Noches sin dormir, tardes de domingo tristísimas, solitarias, encubadas, hablando siempre del mismo pasado fulgurante que se niega a volver año con año. Mariana Ortiz padece la afición de los Pumas. Mariana se sienta con La Rebel –“quizá la peor afición de México”– y bebe con ellos con la esperanza de que ahora sí los Pumas logren salir de la camisa de fuerza de la derrota. Es una tradición que le llegó, por el camino de su papá, como una herencia color azul, color oro. (Los padres y los padres de los padres nos legan quién sabe cuántas cosas. Recetas, prejuicios, amores y odios. Hablamos tanto de ellos que luego no sabemos dónde termina mi mamá y dónde empiezo yo.) Lean el texto de Mariana y sufran con ella. A menos que le vayan al América, en cuyo caso léanlo y no sufran y nos vemos en el infierno.

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 En otros asuntos, Yuls Suárez tiene una nueva entrega de su columna #Entre2Panes en nuestro sitio. Es un entrepán de corned beef al cubo: “Una de cada diez veces –dice Yuls, hablando de las comidas que tenemos que sufrir quienes vivimos en el DF–, si tenemos mucha suerte, aparece una grata sorpresa. Ésta fue una de ellas. Encontré este bollo de roastbeef en HM, que antes se llamó Hamburguesas Memorables; lo pedí con extra quesillo y extra tocino, al fin que ya se va a acabar el mundo, y creo está nominado a mis favoritos del año (sí, hago ese tipo de premios en mi cabeza). A mí me pareció que más que roastbeef la carne tiraba a corned beef, por su toque de curación.” Es una receta fácil, aunque laboriosa, y su recompensa es un gran gran sándwich. 

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 Pero ustedes paseen por nuestro sitio. Es tiempo de perder el tiempo en la diabólica pantalla del teléfono. ¿Qué más da? Pueden ir a nuestra tienda y gastarse algunos pesos en fotos o revistas o libros. Si quieren que les hagamos un libro, pregunten en editorial HojaSanta. La verdad es que nos quedan rebonitos. Pasen la voz. Súmense a nuestras redes. Estamos en la biblioteca universal: twitter, facebook e instagram. También pueden borrarse de nuestro newsletter aquí. Si no se borran, por acá nos vemos la próxima semana. Pero nunca sin mi diablo. 

La verdad es que no soy nada sin mi diablo.~