Barro de Cobre: Serenidad y paciencia

 

¿No sienten cómo la cuarentena desintegra los días? La semana desaparece cuando las ruedas del sistema disminuyen las revoluciones por minuto. El tiempo se distiende ante nosotros, infinito, y sin embargo, a veces parece que todo ese tiempo no alcanza para concentrarnos. Las cosas buenas, se sabe, a menudo requieren tiempo. Serenidad. Paciencia. Pero también requieren atención: concentración: dedicación. Eso es lo que tiene mezcal Barro de Cobre: una preparación concienzuda donde el tiempo importa profundamente. Lo bueno, es bien sabido, toma tiempo: lo extraordinario requiere aún más.

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Y pocos están tan conscientes de ello como los mavens de Barro de Cobre. Un maven es un conocedor que ha dedicado innumerables horas a desentrañar los secretos de su oficio; un maven es aquel que ha domeñado la paciencia y le ha extraído los más dulces frutos. Pocos han alcanzado tal grado de maestría como los maestros mezcaleros Adrián Bautista y Lucio Bautista, ambos de Río Ejutla, en la milenaria Oaxaca. La repetición de su apellido no es azarosa: Lucio es hijo de Adrián, y en esa herencia se trasluce el dominio del tiempo. El oficio de mezcalero cruza océanos de tiempo para preservarse, y en el apellido Bautista ha encontrado un vehículo perfecto. Su dominio intergeneracional de la destilación —de barro pero también de cobre, uniendo en una sola bebida dos antiguas tradiciones mezcaleras— se encarna en estos mezcales, inusuales y exquisitos como la paciencia.

La cuarentena nos ha enseñado la ductilidad del tiempo. Ante nosotros, el tiempo se distiende, infinito, y sin embargo, todo ese tiempo no nos alcanza para concentrarnos. Hace falta algo más: algo que nos enseñe a fluir con el tiempo, a hacernos uno con él, a volvernos paciencia destilada. Para eso existen los mezcales de Barro de Cobre, precisamente: para que a través del paciente oficio de dos generaciones de maestros mezcaleros nosotros bebamos, literalmente, de aquel destilado producto del tiempo.~