Nespresso Venezia: Una giornata particolare

 

#Coautorías es la sección que dedicamos a hablar sobre los proyectos de nuestros patrocinadores. No hay de qué preocuparse: creemos en estos productos más allá de nuestra relación con los clientes.

fotos: Ana Lorenzana

La jornada pinta agotadora: las juntas, el reporte, los correos. El día tiene 24 horas, aunque a veces desearías que tuviera 48 para hacer todo y salir de la oficina cuando todavía hubiera luz del sol atrás de los edificios de acero y vidrio. Ni modo: es tiempo de empezar el día. Para hacerlo con mayor suavidad, te sirves una taza de Nespresso Venezia, una nueva mezcla de tu café favorito. Te sientas en tu cubículo, respiras hondo y enciendes la computadora.

El café comienza a especular en tu garganta, Windows empieza su danza de la lentitud, y tú escuchas un susurro acuático, como si un torrente de agua se deslizara junto a ti. Te asomas al pasillo de la oficina, donde a menudo transitas lleno de papeles y preocupaciones, y en lugar de la alfombra gris que llevas viendo dos años, hay un canal que avanza lentamente, en calma, mientras todos siguen concentrados en sus computadoras, en sus hojas de Excel. Te agachas para tocar ese torrente y unas gotas de agua no imaginaria te salpican. Una góndola se ha estacionado a tu lado, y el amable gondolero extiende su mano, invitándote a subir. Tras dudarlo por un segundo, recuerdas que tienes una junta en cinco minutos y eso termina por decidirlo todo. Aceptas su ayuda para subir a la góndola, y miras atrás, boquiabierto, mientras los de conta alzan la cara y te miran sorprendidos. Ya no importa: cuando vuelves a mirar al frente, estás surcando los canales de Venecia. El gondolero te deja cerca de la plaza de San Marcos, y mientras caminas por las calles empedradas te das cuenta de que estás en otro tiempo. Movido por los olores a tostados y nueces que inundan la plaza, te acercas a una bulliciosa cafetería: es el Caffè Florian. Tomas asiento. A tu lado hay un hombre de larga nariz hablándole al oído a una muchacha. ¿Es ese Casanova? ¡Ja! Más allá, un ser humano que parece poeta, la camisa abierta sobre el pecho encendido, lee unos versos con una colección de tazas vacías de café a su alrededor, quién sabe qué drogas en los ojos y una audiencia arrebatada escuchándolo. ¿Se trata de Lord Byron? ¿Qué rayos está pasando? Mientras contemplas tus alrededores, un mesero te sirve una taza de espresso. Te guiña el ojo y se aleja, sonriente. Sorbes el café y notas su mezcla única, su sabor robusto, su aroma afilado. Lo sabes de inmediato: es una taza de Nespresso Venezia.

De la oficina ni quien se acuerde.~

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