Todos los recuerdos de los ochenta presentan: Fondue

 

#Coautorías es la sección que dedicamos a hablar sobre los proyectos de nuestros patrocinadores. No hay de qué preocuparse: creemos en estos productos más allá de nuestra relación con los clientes.

ilustración: Arantxa Osnaya

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El fondue tuvo sus años de furor hace varias décadas. Dos personas que se atraían se sentaban una frente a la otra; entre ellas, un mechero de alcohol con una pequeña llama; sobre éste, una caquelon de cerámica o metal, donde un conjunto de quesos fundidos –sazonados con ajo y vino blanco– lanzaba burbujas ocasionalmente; a los lados, baguet cortada en cubos y una botella de vino blanco para compartir; en las manos, un trinche delgado y peligroso con el que ensartaban trozos de pan y los sumergían en el queso antes de alimentarse con ellos (a veces mutuamente). Era una forma de foreplay, una anticipación de cosas aún mejores.

O las amigas y los amigos se sentaban alrededor de una mesa. La disposición de esa mesa era muy similar: fuego, caquelon, queso, mucho vino, trinches para todas, pan para todos. Se decía que el primero que perdiera un cachito de pan en la cacerolita debería pagar el próximo fondue o siquiera hacerlo en su casa. (‘Fondue’ era un sustantivo que significaba el plato y la reunión.) Aquélla era una forma de ser cuates, de comer mucho, de mezclar los trinches y tal vez de darse cuenta de que dos álguienes eran más que amigos y pertenecían a otro fondue, uno de personas que se atraen.

Luego, porque así pasa, el fondue fue desapareciendo, sustituido por nuevos usos y costumbres. Pero nadie puede negarnos estas dos verdades irrebatibles: 1. el fondue es uno de los grandes logros de la convivencia; 2. todas las modas encuentran su manera de regresar.

Y es tiempo de que el fondue se suba a su máquina del tiempo (una construida en un Delorean, como se hacía en los ochenta) y viaje hasta nosotros. Háganlo así, en una versión para el final de 2019-principio del 2020, cuando merecemos mucho queso, mucho queso californiano:

INGREDIENTES

200 mililitros vino blanco (uno de alta acidez, no dulce)

1 diente de ajo, picado finamente

320 gramos queso fontina o baby swiss de Real California Milk –están buscando un queso de filo medio y notas de nuez–, rallado

480 gramos manchego semifirme en la interpretación de Real California Milk –uno de buen filo y pungencia–, rallado

2 cucharaditas kirsch (opcionales)

Nuez moscada, de preferencia entera, para rallar

Pan del día anterior, en cubos

Calienten el vino y el ajo en una olla profunda y pesada a fuego bajo, hasta que empiece a hervir lentamente.

Agreguen el fontina o baby swiss, poco a poco, mezclando vigorosamente y permitiendo que se funda antes de agregar más. Repitan con el manchego. Sigan mezclando hasta que el fondue esté terso.

Agreguen el kirsch, si lo están usando, y rállenle varias pasadas de nuez moscada. Pasen el fondue a una caquelon bonita sobre un mechero, repártanse los trinches y a darle. El primero que pierda un pan en el queso invita el siguiente fondue. Eso no cambia.~

 
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