El emperador de todos los sándwiches

 
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Lo hemos dicho en esta revista –y si no lo hemos dicho que vuelvan a partirse las aguas del Mar Rojo–: el mejor sándwich posible, el pináculo de la imaginación entrepánica, es el grilled cheese. Tengan por ejemplo su sencillez estupefaciente: dos rebanadas de pan de caja, mantequilla o mayonesa y queso amarillo. Y fuego. ¿No los desquicia un poco ese logro? ¿No gritan ‘¡Cómo no se me ocurrió a mí!’?

 Un grilled cheese es grasa. La grasa es lujo. El grilled cheese es ese triunfo del lujo en la modestia, esa contradicción brutal de algo humildísimo que se alza por encima de las diferencias de clase y las aplasta con sus pies lácteos. Su construcción es primordial: pancito tostado como fundamento y techo; mayonesa o mantequilla como lubricante; queso fundido como maquinaria de sabor. El grilled cheese es un edificio millonario que conseguimos en una absurda ganga inverosímil.

 El grilled cheese es un lienzo sobre el cual se crean nuevos sándwiches. Así va el más sencillo de todos: unten dos rebanadas de pan de caja con mantequilla; coloquen encima de una de ellas dos rebanadas de queso amarillo; cierren el sándwich. Ahora, por favor, por todas las generaciones que tuvieron que suceder sobre esta tierra insensata para llegar al día de hoy, unten la tapa del sándwich con mayonesa. Calienten una sartén que no se pegue y pongan ahí el sándwich, con el lado untado de mayo viendo hacia abajo. Déjenlo dorarse mientras untan mayonesa en el techito de esta casa de amor. Denle la vuelta. Déjenlo dorarse. Sáquenlo de la sartén y contémplenlo. Es endemoniadamente bello; hay gotas largas de queso que se le salen por los costados. Tomen una botella de salsa Tabasco (la original) y pongan una gota en cada esquina de este cuadro pitagórico. Una más en su centro. Prueben.

 Cuando haya pasado la sensación de explosión mental pregúntense esto: ¿hay una comida tan perfecta como esta? ¿Se puede perfeccionar un grilled cheese? El sápiens seguirá siendo sápiens y urgido de conocimiento dirá: se puede. Ejemplos: coloquen un huevo estrellado sobre su grilled cheese básico y luego unas gotas de Tabasco, especialmente en la yema; o coloquen dos rebanadas de jamón de París (o prosciutto no curado) entre las dos rebanadas de queso amarillo, y procedan como si nada, aplastando el sándwich con una espátula durante su cocción: cinco gotas de Tabasco al final y estarán listos con este croque monsieur hackeado; o háganse una milanesita de pechuga de pollo (sazonando el pan molido con Tabasco extra) y métanla en medio de su sándwich; o háganse un caprese grilled cheese cambiando el queso amarillo por mozzarella (no fresco) y agregando jitomate y albahaca, y para el final: Tabasquito.

 Las posibilidades son infinitas, el cielo es el límite, y todas aquellas frases que en cualquier idioma signifiquen estas mismas cosas.~