Es mi familia. Respeten, hijos de la chingada

 

Muy sucinta historia familiar: mi madre, ya lo he contado, se llamaba Dora Olivia. Mi padre se llama Héctor Torres. Ella murió el 29 noviembre de 2017; él sigue dando lata. Mi madre tuvo por hermanos a Miguel (murió; no recuerdo el año), Irma, Antonio (m. 2016), María Bertha, Paco, Norma y Martín. Todos Elizondo Granillo. El padre de todos ellos fue Antonio (n. 1920, m. 1994) y su madre fue Raquel (n. 1934, m. 2014). El padre de Antonio fue Miguel Elizondo y su madre María Luisa Dueñas; se casaron el 28 de noviembre: un día antes de que muriera Dora, por cierto, nomás que de 1918 en Mazatlán, Sinaloa. Miguel Elizondo nació el 6 de octubre de 1890 (murió el 31 de enero de 1972), hermano de Benjamín (n. 1889; hijos: 8) y Concepción (n. 1893, m. 1973; 1 hijo: Bernardo), su padre fue Antonio Elizondo y su madre Manuelita Dueñas, que se casaron en 1897. Don Antonio nació en 1856, el 28 de septiembre. Etcétera.

Ese párrafo es cortesía del tozudo de mi abuelo, Antonio. Acá tenemos unas páginas pegadas con maskin, bajadas con su caligrafía elegante y medio incomprensible, en las que se da fe de todos esos nombres y fechas. Miren la foro. Viejo chingón. Yo me atreví a agregarle algunas fechas: las de la desaparición en tierra de algunos de sus hijos que, bendito, no tuvo que vivir. Todos nos vamos a morir. Esas hojas, sin embargo, me sirven de confirmación de algo que he venido pensando desde hace un tiempo: dudo de esa realidad. No me gusta. Yo no quiero morirme ni quiero que se mueran mis más queridos. El abuelo, supongo, compartía mi inquietud. ¿Por qué más habría dejado esas cuartillas? Anoche, cuando encontramos el sobre, se nos apareció mi jefa. En serio. Se paró junto a nosotros y fue al baño. Nos cagamos del miedo y luego pensamos, nos dijimos, que si un fantasma podía venir a mear a casa era el de mi jefa. Ya habíamos quedado, por eso le montamos un altar con trago y todo.

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No voy a hacer –lo iba a hacer– un ejercicio como el del abuelo. O lo haré, pero en privado. Repito: cuando yo me muera no va a ser por gusto.

Curioso y no tanto: casi toda la lista de muertos del primer párrafo murió con un trago en el corazón. Puro borracho, pues, así que hoy propongo un trago y propongo llamarlo Fantasma. Tiene la transparencia de la ginebra y el jengibre (casi tocayos) pero es rotundo y dulce como la jamaica. Salud, familia, mi gente.

Gin fantasma

INGREDIENTES

Para el concentrado

(Da para 1 litro de ginebra)

Flor de jamaica: ¼ k

Jengibre: ½ taza de raíz, rebanada

Azúcar: ½ taza

Hiervan la flor de jamaica en 1 litro de agua cosa de 1 hora y cuélenla. Lo mismo con el jengibre. Mezclen las agüitas y échenles el azúcar. Pruébenlo y agreguen más azúcar como les dicte el gusto.

Para el trago

Hielo: que llene el vaso que prefieran. Yo lo prefiero chaparro y de boca ancha, pero puede ser un jaibol

Gin: 3 onzas

Agua mineral: 2 onzas

Concentrado fantasma: 2 onzas

Primero el hielo, luego la ginebra, el agua mineral y el fantasmita de jamaica y jengibre. No lo mezclen: pintadito se ve, y sabe, más bonito.~