El día que se pueda (en Cuernavaca)

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por Yuls Suárez

El día que se pueda voy a estar en Cuernavaca por trabajo –ni pregunten, no tiene que ver con comida– y voy a ir a desayunar a las Guacamayas tacos de canasta con un montón de cebolla encima o a los acorazados Doña Seve, que están frente a Sedesol, o a los acorazados SAT, que están… junto al SAT. Los acorazados serán servidos y servidos bien: chile relleno, mucho arroz, rajas, pepino, nopales, rábano. A mediodía, derechito a La Princesa por un taco de chicharrón en salsa, cecina y chorizo, montón de puerco, o a Taquería La Argentina por un plato de costilla, ribeye, arrachera, montón de vaca, y chicharrón de queso, o a Los Tradicionales, también por tacos de vaca, o al Rey de la Arrachera (el de Ocotepec) por papas rellenas y un taco de chicharrón de queso relleno de ribeye. Para almorzar –así le decimos en mi tierra a comer como a las 2– al Faisán para honrar mi origen yuca con una tostada de venado o a Fonda La Güera, que creo abrió en 1938, por huaraches de cecina y chorizo o a Casa Taxco por un sope de cecina y chorizo o a Oaxaca Mío por un chile relleno de quesillo en salsa de frijol y una tlayuda o a Pichirilo, que es como un foodtruck metido en un beer garden, y ahí: sándwich de pastrami, o a New Orleans Shrimp House por “todo lo que pueda comer” de camarones estilo cajun con sus elotes. Todo es fusión. Podría ir a Fusión Mexicana por una cemita de carne árabe o al Mexicano por un taco árabe o a Arez Beirut por hummus y un kebab de cordero (yo ni fumo pero para celebrar que éste por fin es el día que se puede hasta pediría una shisha). ¿Más fusión? Vamos a Teely, me diría a mí misma, que es “francomexicano”, y pediría un sándwich provenzal o un hotdog à la parisienne con su cebolla confitada en oporto, su gibriche de pepinillos, alcaparras y yerbas y encima su gratín de gruyère y gouda. Ya saben que yo soy gente de entrepanes. Al Paragüero, en Plaza Bugambilia, iría por una torta ahogada; a La Hamburguesita no iría por una hamburguesita sino por una torta (¿milanesa/tocino/queso, tal vez?) pero a La Gringa sí iría por una gringa (¿la gringa es entrepán? ¡avisen!); a Rubens por una hamburguesa de este tamaño, a Male o Mälé o como se escriba iría también por mi torta de milanesa –y un taco de pulpo con chorizo porque no me voy a haber llenado–, a La Cabrería por un chivito uruguayo, que es una torta de lomo de res con jamón, tocino, manchego, pimientos y su buebito duro. Luego, mal del puerco. Y luego se haría de noche e iría al Portento por lasaña o a Armando’s por pizza (lo más bonito de Armando’s es su logo, ¿cómo estará Armando?). Hubiera ido a Buda Lee para cenar comida china pero Buda Lee no logró salir de la pandemia, ya ni modo; entonces iría a Bamboo o a Log Yin por pollo al limón en recuerdo de los restaurantes caídos en el año de la gran plaga. Eso sí: donde quiera que yo esté, el día que se pueda voy a comer todo lo que pueda comer.~

 
 
 

Yuls Suárez, después de la pandemia, en Cuernavaca

 
 
 
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