Yásnaya Aguilar: Alimentar a la banda

 

por AR

[La entrevista está editada y cortada en nombre de la comprensión; las fotos son cortesía de La Corriente del Golfo]

 
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En el episodio Alimento de #ElTema, que se puede ver en YouTube y harían ustedes bien en ver ya (lo dejamos abajo de este post por si acaso), hay una referencia constante a la dominación y la extracción y versus la adaptación y la comprensión de la tierra y del medio ambiente. Yásnaya Aguilar es conductora de #ElTema. La entrevistamos hace poco, y ella abunda en ese tajo divisorio así:

Existe una oposición entre dos visiones. Una es que las personas somos parte de la humanidad, es decir: que hay una división tajante entre naturaleza y cultura –donde cultura pertenece a humanidad–; la otra es que somos parte de los ecosistemas, o sea, que somos mamíferos y habitamos dentro de los ecosistemas del resto de los seres vivos y estamos en una relación simbiótica y dependemos de todos. Cuando la primera pasa, entonces se subordina la naturaleza a la humanidad, y se puede pensar como recursos naturales, como mercancía. Yo creo que esa lógica es la que nos ha llevado a esta crisis.

 
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A uno, si es más o menos sensate, se le eriza el pelo de la nuca de sólo pensar en el desastre que promovemos con nuestras costumbres gastronómicas. Pero también al menos a mí me gusta la vida urbana, la compra fácil desde el iphone, la cocacola. Cosas así. No me voy a ir a vivir al campo. ¿Entonces? Oigamos a Yásnaya:

El problema no es vivir en ciudades. Más bien hay una concentración irracional en mega mega mega ciudades y esto tiene que ver con el modelo económico. Es decir, no creo que el problema sea lo urbano. El principal problema es el modelo económico. Ha habido ciudades en durante mucho tiempo, en diferentes circunstancias, pero estas ciudades en las que hay que hacer dos horas para ir a trabajar a un trabajo que es muy mal pagado… Esas ciudades están relacionadas con una mala distribución económica. Las ciudades inhabitables tienen que ver con la migración y esa migración tiene que ver con la pauperización del campo. Yo no creo que en sí mismo el modelo de ciudad sea el problema; el problema es que esas ciudades necesitan pauperizar al campo para tener obra de mano barata que migre; necesitan que sea insostenible permanecer en lo rural.

En la misma ciudad de México hay muchos proyectos muy esperanzadores. En alcaldías como Iztapalapa, donde comunidades están produciendo sus alimentos. Entonces eso es posible. Lo imposible es sostener, por ejemplo, un edificio en una colonia de clase alta con gente que quiere consumir berries fuera de temporada o que quiera, como siempre, plátanos fuera de temporada; que no habla con sus vecinos y le parece imposible la organización comunitaria.

 
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En #ElTema se habla, y se pone bastante al frente de la conversación, la acción de consumir lo que uno mismo produce. Y es fácil ver por qué es buena idea hacerlo. Pero de nuevo: vivo en un edificio de concreto, en el centro de la ciudad, con dos ventanas y ya. Y no está entre mis intereses desarrollar el oficio de cultivar mis propios alimentos. ¿Ahora qué hago? El asunto, propone Yásnaya, está en la elección.

Nadie puede negar que si te comes unas donitas Bimbo no te mueres. Pero no te nutren, al contrario: a la larga te enferman. No es normal que un pedazo de pan pueda estar sin refrigeración durante semanas sin echarse a perder pero nosotros lo hemos naturalizado. Pero un pan que tú haces en tu casa o que le compras a tu vecino se echa a perder, ¿cierto? Lo contrario no es normal. Lo contrario es incluso antiintuitivo. Y el hecho de ir al súper implica en gran parte consumir ese tipo de alimentos. No debemos dejar que se nos cierren las posibilidades.

En el centro de la ciudad puedes ir a la Merced. Gastas muchísimo menos que en un súper y algunos de sus productos vienen muy de cerca. Es una opción también, eh. Las opciones individuales son muy importantes, claro, pero esto no va a sostenerse si no las volvemos estructurales. Contestando a tu pregunta: es muy importante ver de dónde compras y considerar tus expectativas de consumo. Es decir, no puedes esperar un consumo ético si quieres consumir plátano todo el año porque para eso necesitas agroindustria. Pero las expectativas importan. A mí me encantan los tamales de elote pero ahorita no voy a poder comprarlos ni comerlos ni producirlos. No es su temporada. Pero puedo comer mangos criollos: son de la temporada. Pero esta idea de esperar siempre lo mismo, de homogeneizar las experiencias gustativas –incluso que en todos los desayunos de mi vida haya papaya y plátano–: no hay manera de sostener eso.

Se siente muy lejano, pero es volver a conectarse con el ritmo natural de las estaciones para alimentarse. Cuando hace mucho calor y necesitas más calorías, hay más frutas y son más dulces. Hay una lógica en todo esto. En el invierno habrá otro tipo de calorías y de nutrientes. Eso con la experiencia. Pero la lógica en que tú vas a cualquier hotel del mundo y te dan el mismo “desayuno continental”, esa lógica de homogeneización es muy funcional al capitalismo y es la que tiene a cientos de millones de personas con diabetes tipo 2 en el mundo. Te enfermas y necesitas inyectar recursos a las farmacéuticas para poder combatir tu enfermedad. Entonces el círculo económico se cierra muy bien. Como decían en el capítulo de #ElTema: necesitamos darle la espalda al sistema, pero sobre todo dejarle de dar la boca. 

En HojaSanta nos ha preocupado el desperdicio de comida desde el principio –pueden ir acá o acá o acá o acá si quieren comprobarlo–, y quisimos que Yásnaya nos dijera algo al respecto.

Yo creo que sí es posible evitar el desperdicio pero tiene que venir de una respuesta colectiva al capitalismo. Es que para mí sí es muy importante la manera que el capitalismo ha cooptado los alimentos: los ha vuelto una industria. Es fundamental recordar que entre más lejos venga tu producto más contaminante será y más se desperdiciará en el camino. No necesitas esa comida que viene de muy lejos. La que está muy cerca, la que te provee tu ecosistema, desperdiciará menos en el camino. Eso es fundamental. Necesitamos organizarnos. Hay varias iniciativas –por ejemplo en Xochimilco–, en que chinampas llevan comida a ciertos puntos de recolección. Tú te puedes organizar con otras personas y te llevan lo que hay en esa temporada. Entonces no vas a tener el plátano todo el año ni la manzana perfecta, roja, irreal, sino una manzana real que se va a producir o se va a dar en cierta época del año.

Se está haciendo muchísima comida, pero por la misma lógica del capitalismo se está desechando de una manera irresponsable. Y con tanta hambre que hay en el mundo. Yo sí creo que necesitamos cuestionar ese modelo. Y cuestionarlo implica organizarnos con otras personas. No importa en qué parte de la ciudad estés, con la organización sí creo que puedes empezar a consumir de una manera distinta. Repensar los deseos. La construcción de lo que es deseable y de lo que es rico. Adecuarnos a comer por temporadas. Para mí eso es fundamental.

Es tan perversa esta lógica que, de pronto, comer bien, comer orgánico, se vuelve carísimo. Y entonces tienes a la mayor parte de la población adicta a carbohidratos refinados, azúcares refinados. En contextos como la ciudad de México comer orgánico se puede ver volver un marcador de clase muy fuerte. Pero en comunidades como donde yo vivía, Santo Domingo Pedregal en la ciudad de México, había personas migrantes de muchos lugares que tenían huertos ahí mismo o que iban a la central de abastos y compraban directamente lo que no se vendía por mayoreo ahí y era mucho más barato y mucho mejor. Eso se logra cuando haces red, comunidad. 

Sí se puede. Si tienes dinero tu respuesta será individual. Si no, crearás comunidad. No se puede hacer una revolución sin alimentar. No puedes hacer marchas, no puedes hacer manifestaciones, no puedes organizarte para rescatar cuerpos en medio de un sismo sin alguien que venga a alimentar a la banda. Alimentar a la banda es una postura política y es fundamental.

Y ya: ése es un lindo final para nuestra conversación con Yásnaya Aguilar. Alimentar a la banda.~


Ahora sí: vean Alimento en #ElTema. Y que alguien nos proteja: