#PiedradeCocina: Temporada de zarzamoras

 

por Seamus Heaney

Hay frutas que viven en nuestra memoria. En este poema, Heaney recuerda las tardes de zarzamoras y su sangre de verano, las piernas infantiles arañadas por los arbustos, las tinajas cubiertas de terciopelo. La tragedia de la carne dulce que se vuelve agria (la de las frutas, pero también la nuestra). –Isabel Zapata

 
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A finales de agosto, con una semana
de lluvia fuerte y sol, las zarzamoras maduraban.
Primero solamente una: un coágulo brillante y púrpura
entre otras rojas, verdes, duras como nudos.
Te comías ésa y su pulpa era dulce
como vino espeso: contenía la sangre del verano
que dejaba manchas en la lengua y deseo por la cosecha.
Luego las rojas se entintaban y esa hambre
nos lanzaba con botellas de leche, latas de chícharos, botes de mermelada
a donde nos arañaban los arbustos y el pasto mojado manchaba nuestras botas.
Recorríamos los campos de heno y de maíz, los cultivos de papas,
recolectando los frutos para llenar los tarros,
hasta que el fondo tintineante se cubría
de verde y encima ardían grandes gotas oscuras
como una fuente de ojos. Nuestras manos lastimadas
por el picoteo de espinas, las palmas pegajosas como las de Barba Azul.
Almacenábamos las zarzamoras frescas en el establo.
Pero cuando se llenaba la tinaja encontrábamos un terciopelo,
un hongo gris rata devorando nuestro tesoro.
También el jugo apestaba. Fuera del arbusto
la fruta se fermentaba, la carne dulce se volvía agria.
Siempre me daban ganas de llorar. Era injusto
que esas delicias olieran a podrido.
Cada año esperaba que se conservaran, sabía que no.~

Traducción: Isabel Zapata; versión original


Vean a Seamus Heany leer su poema:


Piedra de cocina es el espacio en que la poeta, traductora y editora (Ediciones Antílope) Isabel Zapata explora la relación –tensa o entrañable o erótica– entre poesía y comida. Sigan leyéndola.