Hamburguesitas de la colonia Roma

 

por Alonso Ruvalcaba; ilustración: Arantxa Osnaya

Esta receta apareció en el libro que hicimos durante el primer encierro de la pandemia: Recetas desde nuestras casas. Lo hicimos para echar la mano entre restaurantes de amigos, amigas, chefs que conocíamos y que no conocíamos –resultó que sesenta cocinerxs se anotaron para apoyar–. Fue de las muy pocas cosas buenas que nos trajo el coronavirus. Si quieren unirse al apoyo, pueden comprarlo acá. Cada peso que entra lo dividimos entre 60 y lo repartimos entre todxs. No vamos a dejar de hacerlo. Clic.

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ilustracion arantxa osnaya colonia roma cdmx
 

El día del temblor íbamos a comer hamburguesitas. Mi mamá tenía cuarenta años y el tonto de mi papá ya se iba a vivir a otra casa. (No importa, claro. Los divorcios son el fruto natural de los matrimonios. Nomás quiero dejar escrito aquí que eso es lo que estaba sucediendo.) La colonia Roma era nuestra ciudad. Ahora recuerdo que ir a Chapultepec era como una excursión: Niños ¿ya hicieron del baño? Y sólo si ya habíamos hecho podíamos salir de la casa. En cambio, la Roma era nuestra ciudad. En esa ciudad se hacían cosas que ya nadie hace. Mi mamá le dio las llaves de la casa a mi hermana cuando yo entré a la primaria y ella pasó a segundo. Ten las llaves. Pero se regresan los dos juntos eh. Mi hermana me esperaba y me llevaba a la casa a la salida agarrándome de la cabeza. Mi mamá nos enseñó a cruzar la calle. (En 1979 convirtieron la calle en que vivíamos, Monterrey, en eje vial: el 2 Poniente.) Mi papá me enseñó a andar en metro. Transbordábamos y todo. Si te pierdes no te asustes. Te pegas a la pared y me esperas, yo regreso por ti. Sí pa. A veces hasta acordábamos que yo me perdiera para aprender a no asustarme. Siempre regresó por mí. Les digo que se hacían cosas que nadie hace ya. La escuela –la 21 de Marzo, némesis de la Benito Juárez, también en la Roma– estaba a dos calles de mi casa pero para llegar teníamos que caminar como cuatro cuadras porque cruzábamos de lado para que no nos atropellaran. Comíamos lo que comía la gente medio pobre en el DF: sopa de fideo, tortitas de papa, lechuga. Comprábamos la leche en la Conasupo (lo que después se llamó Liconsa). Cómo me encantaba esa leche. La señora que trabajaba en la plomería de abajo iba a comprarla para todo el edificio. Ma ma ¿puedo ir con Chanita por la leche? Mi mamá me dejaba ir y yo le decía al señor de la Conasupo si me dejaba tomar tantito de la cubeta. Obvio me decía que sí y yo me empinaba la cubetota y a la gente de la cola no le importaba. La Conasupo estaba en Tonalá y creo Aguascalientes –por donde ahora está el Cine Tonalá– y me parecía lejísimos: eran como 400 metros de mi casa. Pero ahí iba yo con mi yoyo o con un balón naranja tirándome paredes contra las paredes de Tonalá y driblando a la pobre de Chanita porque yo era del Cruz Azul campeón del mundo.

A veces nos hacían hamburguesitas. El día del temblor íbamos a comer hamburguesitas, que era mi comida favorita después de cochinita pibil (pero eso era de las fiestas, eso era de mi cumpleaños). Nos había prometido mi mamá: hamburguesitas con ensalada y salsa verde. Luego dieron las 7:19 y tembló horrible y cada quien se fue a la escuela (ya no íbamos a la misma mi hermana y yo) y al trabajo y en el camino cada quien por su lado contempló la devastación y mi mamá llegó por mí como a la media hora, llorando –tenía cuarenta años, toda joven y con dos escuincles que no entendían nada de la vida o de la muerte–, y mi papá agarró mi bici y se fue a buscar a mi hermana porque dijeron en el radio que todo por su escuela se había caído y mi mamá y yo los esperamos en la ventana y cuando regresaron mi hermana venía en los diablos de la bici y mi papá nos saludaba desde la calle y yo pensé qué bueno que tengo mi bici y me puse a llorar y mi mamá me abrazó Ya pasó Alonsito ya pasó decía.

Quién sabe qué habremos comido al final ese día.

La receta es para 4 personas (mamá, papá y hermanitos, sin varo, para comer tres días de la semana)

INGREDIENTES

250 gramos carne de res molida

250 gramos carne de puerco molida

½ bolillo de ayer

⅓ taza leche de la Conasupo o cualquier otra leche

3 ramas grandes de perejil

1 huevo

Sal al gusto

2 bolsitas de plástico

Harina

Aceite

Ensalada

Salsa verde

Pongan los ingredientes –no las bolsitas; todo lo anterior– en un procesador, y procesen unos segundos. Tomen porciones de 2 cucharadas de la mezcla y hagan bolitas con las manos (puede ser que necesiten un poco de harina para que no se les peguen). Pongan una bolsa de plástico en una prensa de tortillas y ahí cada bolita de carne. Aplástenla como si fuera una tortilla.

En una sartén calienten aceite a fuego medio alto, y frían cada hamburguesita por ambos lados. Séquenlas tantito con papel absorbente. Sírvanselas con ensalada y salsa verde. En estos tiempos de tribulación e incertidumbre piensen que así eran los buenos días en las casas de la gente hace muchos años. Aquello pasó; esto también pasará.~