#Coautorías: Costillas de ribeye sobre la brasa

 

#Coautorías es la sección que dedicamos a hablar sobre los proyectos de nuestros patrocinadores. No hay de qué preocuparse: creemos en estos productos más allá de nuestra relación con los clientes.

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Ustedes tomen asiento mientras la chef Cecy González –a quien ustedes tal vez siguen en instagram como @cecygon– echa a andar el fuego de la parrilla, a punta de servilleta y aceite. Una carne asada, dice esta cocinera férrea, “es la excusa perfecta para convivir, estar entre amigos y familia. Las mejores historias salen alrededor del fuego”. Así ha sido desde el principio de la evolución, y así seguirá siendo. ¿Quieren un whisky o una cheve? Esas son las dos bebidas que CecyGon sirve y bebe mientras se concentra frente al asador, así que mejor digámosle que sí, que con este calor –¡en diciembre!– a nadie le caerá mal una michelada. La chef, originaria de Monterrey, es Fire Master de la Sociedad Mexicana de Parrilleros, lo que en el norte del país no es ni de lejos poca cosa. Sabe de qué lado masca la carnívora iguana.

 Ahora mismo –ya sonando música country en las bocinas, su favorita para asar– la chef ha tomado

1 costillar ribeye carnoso, macerado en
1 litro jugo de naranja,

y lo limpia quitándole solamente la membrana semitransparente. Luego, lo unta con

½ rub Kansas SMP (es decir, de la Sociedad Mexicana de Parrilleros) y
½ rub rojo SMP (pueden comprar ambos acá)

Lo unta bien, por todos lados. Y se sirve otra cheve u otro whisky mientras deja que los sazonadores penetren ese imponente trozo de carne. Entonces hace un adobo que lleva lo siguiente:

2 chiles guajillo limpios
2 chiles chipotle secos
4 botellitas de 60 mililitros salsa Tabasco Chipotle
3 cucharadas miel de abeja
2 cucharadas azúcar blanca
2 cucharadas pasta de tomate
la ralladura de 2 mandarinas y su jugo
250 mililitros vinagre
1 cucharadita sal de ajo
1 cucharadita jugo Maggie

Va poniendo todo en una licuadora aguantadora, manchada con las manchas de cien fines de semana de parrillas y asados, y luego lo licúa hasta dejarlo bien ligado, terso. ¿Qué hora es, eh? No son ni las once de la mañana pero pronto va a hacer hambre, sobre todo con este olor a humo y tizne y chipotle, así que la chef coloca el costillar en la parrilla a ahumarse sobre chips o virutas de manzano, lo tapa y lo deja ahí, a unos 150º, como una hora. Luego, le unta el adobo por todos lados con una brocha, y pasan 3 y media o 4 horas más, en las que todos matamos el antojo con quesadillas de queso chihuahua en harina o con chorizos o con tacos de guacamole y con más cervezas bajo este sol irreverente de Monterrey en el patio, las camisetas todas mojadas del pecho y de la espalda, y CecyGon saca las costillas del asador y antes de que todos brinquemos sobre ellas dice a dónde a dónde a dónde, ¡tienen que reposar! y pasan otros quince o veinte minutos, las costillas nomás ahí puestas sobre una tabla, reacomodando sus jugos, hasta que por fin las corta y todos las comemos agarrándolas con las manos y arrancando los pedazos con los colmillos como si todavía el hombre no hubiera salido de las cavernas.~