Casino El Camino

 

por George Motz

Casino El Camino no es un local de hamburguesas, un burger joint. Es un antro de punkabilly y rock, con parroquianos con piercings y tatuajes y una de las mejores rocolas de la historia. La gente va a Casino, en la Sexta en el centro de Austin, a chupar y a oír rolas. Diez años estuve en una banda de rock, así que en un lugar como Casino me siento como en mi casa. Pero apenas la tercera vez que estuve ahí me di cuenta de que servían excelentes hamburguesas a la clientela ya medio jarra. Un miembro de mi equipo de rodaje en Austin –John Spath– me informó de las proezas hamburguesiles de Casino y de plano me rogó que las probara. En una ciudad cuya cultura de hamburguesas estaba dominada por Hut y Dirty Martin, en un estado tan orgulloso de sus hamburguesas, me acerqué con escepticismo. John mismo me comentó: “No es el tipo de local donde uno topa buena comida.”

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Me acerqué a una aberturita trasera y toda oscura del bar para pedir mi orden. El staff de la cocina se reducía entonces a una persona. Un chef solitario tomaba la orden, preparaba los bollos y asaba las hamburguesas. Cuando terminó de armar las hamburguesas que tenía en la parrilla ,Orestes –el chef encargado aquella noche– se acercó con toda parsimonia a mí para preguntarme qué quería. Esperé como media hora pero mi paciencia tuvo de premio una hamburguesa milagrosa.

Las hamburguesas de Casino El Camino están hechas de 3/4 de libra (!) de aguja de res con 10% de grasa, recién molida, formadas a mano. Las asan a fuego abierto, las ponen en su bollo, las cortan a la mitad y luego ambas mitades vuelven a la parrilla, con el corte bocabajo, para darles unas marcas ornamentales de parrilla en su corte vertical. Hay que anotar que, en general, cocinar hamburguesas a fuego abierto y conseguir buenos resultados no es muy común. La mayoría de los cocineros, sobre todo los domésticos, se las arreglan para sobrecocer y por tanto arruinar sus hamburguesas. Pero cada vez que he ido a Casino la hamburguesa ha sido preparada a la perfección. Casino El Camino cuece las hamburguesas a temperatura. Si la pides roja, prepárate para casi escuchar el mugido de la vaca. Estos cocineros saben lo que hacen. Hasta la hamburguesa 3/4 llega bien jugosa. 

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El menú enlista preparaciones que agregan condimentos al modelo. Ahí están la Buffalo burger, que viene con topping de salsa picante de alitas y queso azul, y la Amarillo burger, con chiles serranos, queso jalapeño y mayonesa de cilantro. Mi favorita es la hamburguesa estándar con queso cheddar y tocino, que en el menú se llama Chicago burger.

Casino El Camino es un bar y una persona. La persona –roquero y dueño del bar– llegó a Austin para el SXSW de 1990. La actitud progre de la ciudad lo impresionó y le dijo a un amigo de Buffalo, estado de Nueva York, que acá se podía poner un muy buen bar. “Antes de ir a Texas pensaba que acá había puro pinche vaquero y plantas rodadoras”, acepta Casino El Camino, natural de Long Island, también en Nueva York. Su amigo, el restaurantero Mark Supples, le entró al quite y abrieron el bar.

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Prepárense para esperar por su hamburguesa. A veces para esperar por siempre. En las noches más llenas la espera puede llegar a ser de más de una hora.¿Y? Beban, disfruten de la música y de los piercings. Si se quejan va a salir peor. Recuerden: esto no es comida rápida, esto es slow food de la mejor.~ 

 

Translated and adapted from Hamburger America: One Man's Cross-Country Odyssey to Find the Best Burgers in the Nation. Copyright © 2011 by George Motz. Published by Running Press Book Publishers, Philadelphia.