The pig idea

                                      UN FESTÍN PARA CERDOS

por March Castañeda

 
 

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foto por Chris King

foto por Chris King

 

«Es una tarde de frío penetrante y perlado en Trafalgar Square, en Londres. A mi alrededor hay gente vestida como cerdo, que sacude animadamente un cubo color rosa donde recolectan las donaciones. Arriba, en el escenario principal, la dj y presentadora Sara Cox habla con la chef, restaurantera y activista de dientes separados, Thomasina Miers, quien nos invita a conocer su proyecto ambientalista. Estoy en The Pig Idea, un pop-up de activismo de alimentos ideado por Feeding the 5000, y dirigido por Tristram Stuart, ambientalista y escritor. A ambos costados de la plaza están las tiendas de campaña en donde se reparten sándwiches de cerdo, estofados de cerdo y otras delicias hechas de cerdo. Al parecer estábamos equivocados al ser tan escépticos: no hay mejor cosa que un almuerzo gratuito».

Esta fue la crónica sobre el primer pop-up de The Pig Idea que Keith Miller escribió para The Telegraph en noviembre de 2013. Detrás de ese almuerzo gratuito existe una gran campaña para promover una vieja práctica perdida: alimentar a los cerdos con los desperdicios alimentarios.

Tristram y Thomasina comenzaron con este movimiento en Inglaterra hace casi seis años, cuando se dieron cuenta de que, si se alimenta a los cerdos con las sobras de comida de los humanos –como se hacía antes–, se pueden minimizar muchos problemas alimentarios. Suena lógico una vez que se lee en voz alta: si los cerdos comen restos de comida, habrá menos desperdicios que contaminen y provoquen el cambio climático; los costos de los ganaderos se reducirán, por lo que la carne costará menos y habrá más cerdos –más comida para todos–; se reducirá el cultivo de soya que tanto daño le hace al planeta –hay que tomar en cuenta que 95% de la producción mundial de soya está destinada a la alimentación de los animales–; habrá más arroz y trigo para nosotros –de hecho se calcula que se liberaría comida suficiente para alimentar a tres mil millones de personas–, y finalmente, la carne de cerdo será más sabrosa.

El punto no es convencernos de por qué los cerdos deberían comer sobras, después de todo para eso fueron domesticados. «Son buenos para comer restos, limpian los residuos, engordan, nos proporcionan alimentos tan valiosos como el tocino y producen estiércol para mantener el suelo fértil», dice Tristram cada vez que de ende su movimiento. La cuestión está en por qué los cerdos ya no comen restos de comida y se alimentan de cereales, al menos en la Unión Europea. Bueno, porque existe una ley que prohibe a los granjeros seguir con esta práctica. The Pig Idea busca que esa ley sea derogada por siempre.

La prohibición fue la respuesta del Gobierno Británico ante la crisis de fiebre aftosa en 2001, pues se concluyó que el brote fue originado en una granja de cerdos que alimentaba a sus animales con restos de comida sin tratamiento, provenientes de restaurantes. Se suponía que iba a ser una medida temporal, pero en 2002 se extendió a toda la Unión Europea. «La verdad es que, mientras los restos sean tratados ética e higiénicamente, no hay riesgo de enfermedades», aseguran los activistas. Por eso The Pig Idea busca restaurar la confianza de la gente en esta práctica segura, eficiente, rentable y respetuosa con el medio ambiente.

Por supuesto, no todo se trata de derrumbar leyes, sino de crear una consciencia ambiental y ética, construir centros de procesamiento de desperdicios alimentarios, e incentivar tanto a los restaurantes como a los comensales de volver a usar los pig bins, unos contenedores de sobras de comida que se usaron hasta la década de los noventa, donde la gente arrojaba lo que no se había comido. Los granjeros después utilizaban esa colección de desperdicios para llenar las barrigas de sus cerdos.

Aquel festín gratuito del que escribió Keith Miller fue cocinado por los restaurantes aliados a The Pig Idea, incluido Wahaca –el restaurante de comida mexicana de Thomasina–, y usaron cerdos alimentados con comida que ya no era apta para el consumo humano. Las botargas de cerdo que bailaban en la calle invitaban a la gente a unirse a la petición contra la ya caduca ley, lo que hizo que toda esta seriedad ambientalista se convirtiera en un performance divertido al que vale la pena apoyar.

Visiten ThePigIdea. Involúcrense. (www.thepigidea.org)

 

 

Y coman cerdo: es la única manera de honrar el sacrificio de estos hermosos animales.  (Elogio (y receta) de la porchetta)