Jessie Bonne

 

En La Cuenta les pedimos a algunos amigos –viajeros todos, glotones también– que nos den algunos tips para sus ciudades favoritas: restaurantes, barrios, mercados. Lo que quieran. A continuación, Jessie Bonne, directora creativa de KULT. Y la cuenta, por favor.  

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@jaspedro
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Soy Jessie Bonne, directora creativa de KULT, la marca de joyería minimalista que creé en México.

Crecí en Martinica, estudié 7 años en París y después 8 años en la Ciudad de México. Actualmente resido en Miami.

Me encanta viajar, ya sean pequeños escapes o viajes largos (de esos necesito por lo menos uno al año). Esté donde esté, me encanta deambular en las calles, visitar los museos y vivir los lugares como local. Para mí, la cocina es una manera de adentrarse a nuevas culturas y no probar los sabores locales es perderse la mitad de la experiencia.

Destino:

Martinica, isla francesa del Caribe. Mi primera casa y donde regreso por lo menos dos veces al año.

Empecemos por la mañana: ¿cuál es el desayuno mas distintivo de Martinica, uno que no podamos comer en otro lado?

Ti nain lan mori. Un desayuno típico que se comía en las plantaciones de azúcar y banano. Es un platillo delicioso y auténtico. Es plátano verde cocido con bacalao, cebolla, aceite, vinagre y, lo más importante, chile. El chile que usamos en Martinica es muy parecido al habanero de México. El ti nain lan mori no se come todos los días, lo que lo hace más especial.

Todas las ciudades tienen una calle o un barrio donde se come particularmente bien. ¿Cuál es el de Martinica, qué lugares tenemos que visitar?

 En el centro de Fort-de-France hay muy buenas opciones. Desde cocina local en Le faitou o cocina francesa en La cave à vin (todos los platos son muy finos y preparados con los mejores ingredientes) hasta cocina libanesa tradicional en frente del mercado de carne.

Somos de esas personas que tienen que conocer al menos un mercado cuando viajan a una ciudad nueva. ¿A cuál tenemos que ir en Martinica?

El mercado de Saint Pierre, la antigua capital de Martinica que después de ser destruida por la erupción del volcán en 1902, cedió su título a Fort-de-France pero recuperó su belleza con el tiempo.

El mercado de Saint Pierre se sitúa al borde del mar, al lado del muelle. Encuentras pescado fresco, frutas y verduras locales, especias, dulces tradicionales y artesanías. Es la oportunidad para platicar con los pequeños productores de la zona y descubrir sus productos de temporada. Cuando no puedo esperar a regresar a casa para disfrutar los hallazgos del día, compro un agua de coco fresca y un boudin créole mientras hago las compras.

Hay que llegar temprano ya que termina a la 1 de la tarde.

¿Tus lugares favoritos para comer?

 Kayali, en Schoelcher. Una propuesta culinaria fresca que revisita la gastronomía del Caribe francés. El chef Vincent Alivon y su esposa te reciben en una hermosa casa colonial.

Chez Nadiège et Serge, un chiringuito en la playa las Salinas. Buenísimo para una langosta al carbón, un fricassée de caracol de mar o un pescado a las brasas acompañados de un ti punch, la bebida nacional (ron blanco con limón y azúcar de caña o jarabe de caña).

Le pain sucre, para antojos de cocina francesa. Tienen un foie gras casero delicioso.

Un cafecito agradable para trabajar un rato. ¿Cuál nos recomiendas?

 Puedes hacerlo en el hotel Bakoua. Te instalas en los muebles coloniales de su terraza con vista al mar. Para alegrar la sesión de trabajo optaría por un café gourmand y disfrutaría de esta bebida con una selección de postres.

¿Con qué matan el hambre de las seis de la tarde en Martinica?

 Los dulceros como yo disfrutamos un pâté banane o una pâté goyave, una especie de empanada dulce rellena de mermelada de plátano o guayaba. Una delicia.

Queremos cenar a todo lujo. ¿A dónde vamos?

 Kayali es definitivamente una experiencia que tienes que vivir. Para un toque más insólito, iría a Baraq Obama (Sainte-Luce) para cenar, con pies en la arena, un pescado del día o una langosta fresca. Literalmente sacan al momento la langosta de unas jaulas en el mar.

Unos tragos después de la cena, ¿a dónde nos llevas?

 ¡Vamos al Sunset! Al borde del mar, con una vista a la bahía de Fort-deFrance, música en vivo y ambiente súper relajado.

Ahora nos volvió a dar hambre después de esos tragos, ¿a dónde vamos?

En Martinica no se cena tan tarde, así que después de los tragos nos toca recurrir a los lugares que los locales asaltamos antes o después de salir a bailar. Las crepas del Lido en Fort-de-France son un clásico.

Probablemente se nos fue algo, por favor siéntete libre de terminar con cuantas recomendaciones quieras.

 Es indispensable probar el boudin créole, una versión especiada de la morcilla (mucho más rica) que se declina en diversos sabores como pescado, caracol de mar o camarones.

Pueden disfrtutar de un aperitivo con ti punch y accras, unos buñuelos salados de bacalao, camarón o verduras.

También les recomiendo probar el sorbete artesanal de coco en cualquier pueblito. En Saint-Anne hay unos deliciosos. Déjense sorprender por las frutas locales.

 

Más acerca de la marca de joyería de Jessie Bonne

kultjewelry.com