Rodrigo Jiménez

En La Cuenta les pedimos a algunos amigos –viajeros todos, glotones también– que nos den algunos tips para sus ciudades favoritas: restaurantes, barrios, mercados. Lo que quieran. A continuación, Rodrigo Jiménez, abogado. Y la cuenta, por favor.

Rodrigo Jiménez es un abogado especializado en entretenimiento. Y antojadizo profesional, claro.

¿Qué es eso que disfrutas especialmente de comer?

Para mí comer es una fuente de placer para cada uno de los cinco sentidos: algo que pocas cosas en la vida logran hacer.

¿Cuál es tu lugar favorito para crudear?

En la resaca, todos los sabores resaltan para bien o para mal. Los mexicanos sabemos esto muy bien. Por eso para nosotros la comida es fundamental después de una noche de tragos. La creatividad y energía que ocupamos para idear un platillo que cure nuestra resaca es impresionante. Ya quisiéramos aplicarlo en todo lo demás. Por eso, sin miedo a equivocarme, puedo decir que México es el mejor país en el mundo para curarla y la Ciudad de México –donde puedes encontrar algo de todas partes de la república– es la capital del crudo.

¿Por qué?

Dentro de todas las opciones que tenemos, para mí el mejor lugar para crudear con tu novia, esposa, familia, amigos o solo es El Hidalguense; donde sirven la mejor barbacoa que he probado en la ciudad. Se toman la comida en serio aquí y saben exactamente qué servirte en la cruda. Desde que llega su deliciosa barbacoa a la mesa la calidad se hace notar con la pura vista. Su olor y sabor no son fuertes como las demás barbacoas, lo que la hace muy accesible para primerizos. La carne es casi mantequilla. De sabor ni les cuento. Lo tienen que vivir. Toda la experiencia la hacen más placentera el señor Moisés Rodríguez y su familia, que llegan de Hidalgo los fines de semana para que todos los capitalinos crudos salgamos felices de ahí.

¿Qué platos recomendarías?

Para empezar hay que pedir un curadito de pulque (del sabor que tengan está bueno) o un clamato preparado con cerveza. Acompañen eso con un queso preparado. En cuanto a la barbacoa, olvídense de la maciza: hay que irse directo a la espaldilla –sin hueso para que les toque más carne.