El hombre que retrataba cocineros

 

“La historia de mi padre no es del todo deprimente”, escribió Josh Ozersky, crítico de comida, historiador, glotón y comentarista afiladísimo, en ‘Un tipo solitario’, un ensayo en el que recuperó algunas de las pinturas de David Ozersky, un pintor cuya obra “no le importaba a nadie”. Él se sabía un fracaso y su esposa lo sabía también. “No lo culpábamos. Lo entendíamos como una de esas desgracias cósmicas que requieren estoicismo y sándwiches enormes para consolarlas. Eso no le quitaba lo trágico.” Sus pinturas de chefs, uno de sus temas favoritos, poblaban las paredes de la casa. Eran piezas “cargadas de sentimiento, como quieren los ideales del expresionismo abstracto. Ponía tanto de sí mismo en ellas que, más allá de sus cualidades formales, parecen estar en ebullición, hervir de frustración y tristeza con su propio espíritu. Mi padre era inclemente en su pintura.” Él, como muchos artistas apasionados, veía su propia vida como los desechos de su arte: sus escombros personales. Lean el texto completo; es hermoso y triste y lleno de comida, como debe ser. 

(Hay más pintura en HojaSanta, claro. Consideren, por ejemplo, la carnicería como arte, la historia silenciosa de la naturaleza muerta o el cuarto de las carnes y sus remembranzas de Francis Bacon.) 

Ozersky padre disfrutó, en los últimos años, una amistad respetuosa de comensal-chef con Jean-Georges Vongerichten, el chef que terminaría por convertirse en uno de los símbolos de la mezcolanza incesante de Nueva York. “¿A quién más podría habérsele ocurrido un helado de pimienta blanca?”, le preguntaba a su hijo sin esperar respuesta. Si quieren comprobar la idea genial de ese helado, les tenemos la receta acá. Hágansela y honren con ella a los pintores de comida y a los cocineros de línea y a los reposteros de los que nunca oímos. (Los postres no  necesitan elogios pero por si acaso, vayan acá.)

¿Qué más? Les traemos tres variaciones del poeta Inti García Santamaría, aparecidas en Évelyn, su poemario de 2018. “Acerqué dos libros de poemas a mi cama”, dice una de ellas. “Terminé de leerlos /  Y releí / Las páginas cuya esquina había doblado // Únicamente cuando leí un flyer para pedir sushi / Estuve cerca de la poesía”. Las otras dos son igual de agudas. También pueden leer algo sobre la era de los sustitutos en Venezuela, esa tierra del exilio y lo precario. O sobre comer tacos en Australia, donde la industria del aguacate no estaba realmente lista “for the Mexican food craze to hit”. (El texto es parte de nuestro sitio en inglés.)

Paseen por HojaSanta. Cómprense una colección en nuestra tienda. O preparen una de nuestros varios cientos de recetas. Si les dan ganas, súmense a nuestras redes. Estamos donde están todos los artistas –fracasados o exitosos–: twitter, facebook e instagram. También, si quieren, pueden borrarse de nuestra lista aquí. Si no quieren, entonces acá nos vemos el próximo lunes.

Ahora digan: ¿qué demonios hacemos con los recuerdos?~