Quién nos alimenta: Teresita

 

fotos y texto: Claudio Castro (instagram)

 
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La vida de un restaurante suele ser un volado: a veces cruel, siempre fortuito. Todo el tiempo abren y cierran restaurantes, pero ¿cómo se conforman los esfuerzos de quienes perduran en esta fantástica (y terrible) industria? Son personajes clave en el funcionamiento de un restaurante, y forman parte de su durabilidad: eslabones de su cadena cronológica. Individuos que muchas veces pasan desapercibidos; mujeres y hombres a quienes, tal vez, no damos el mérito que deberíamos. El propósito de esta columna es mirar a estos individuos; compartir sus historias.

 
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La colonia Industrial –famosa por sus calles de nombres, literalmente, industriales: Ánfora, Aurora, Estrella, Fundidora de Monterrey– se encuentra al norte de la ciudad de México. Mi padre, garnachero de buen diente, creció en esa colonia. Rodeado de un sinfín de taquerías y otros antojitos, uno de sus lugares preferidos fue siempre Taquería Teresita. Esta taquería acaba de cumplir 54 años.

 
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Oigan a mi papá: “Recuerdo que eran principios de los setentas, tenía entre seis y siete años. Aquí fue la colonia donde crecí y aprendí a comer. Fue chistoso porque a mi mamá no le gustaban (y siguen sin gustarle) las fritangas. Las evitaba a toda costa. Fue mi abuela quien me enseñó. Recuerdo que pasábamos con Teresita y siempre me preguntaba: ‘Mijo, ¿no quieres un taquito?’ Por supuesto que aceptaba. Sus carnitas siempre fueron diferentes, siempre tuvieron un propio estilo. Con el transcurso de los años después de probar bastantes tacos, sigo afirmando que no hay estilo como el de ella.”

 
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Teresita, segunda generación, afirma haber seguido la misma receta de su madre: una cocción lenta con justa cantidad de manteca, para así pasar las carnitas al vapor y siempre mantener temperatura. Siempre con tortillas a mano y al momento. “Aquí todo siempre ha sido de primera”, dice. Y luego: “Mis papás, antes del negocio trabajaron en una taquería, justamente de carnitas. De hecho, ahí se conocieron y eventualmente se casaron. Trataron de poner sucursales, pero al final la única que perduró fue ésta. La receta nació gracias a su experiencia en esa taquería. Sus patrones les enseñaron y terminaron aprendieron a ojo de buen cubero. Hasta el día de hoy, no ha cambiado.”

 
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Taquería Teresita ha sabido adaptarse a los cambios tecnológicos. “Aquí se han implementado varias cosas. Servicio a domicilio con Rappi, terminal bancaria, hasta internet. Nos estamos actualizando para no quedar obsoletos”, dice Teresita II. Éste es un negocio familiar que perdura gracias a su constante adaptación y a su fiel apego al buen producto.~

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Taquería Teresita está en calle Constancia 118-C, esquina con Río Blanco, colonia Industrial.