Fonda 99.99

por María Álvarez; fotos: Jimena Oliver

 

Hace más de quince años que la Fonda 99.99 es uno de mis lugares favoritos para comer en la ciudad, durante los últimos semestres de universidad iba todas las semanas o cada quince días. Hubo ocasiones en que esperábamos hasta 45 minutos en la banqueta, llena de hambreados y anhelantes comensales, pero la espera valía siempre la pena. Desde el verano pasado no iba, y ésta fue la primera y única vez que no me tocó esperar.

 
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La comida yucateca es un patrimonio invaluable y una de las cocinas distintivas de México. Para los descendientes de yucatecos, como yo, es la máxima expresión de comfort food, y aunque la cochinita pibil y el agua de horchata han adquirido el don de la ubicuidad –por ser indiscutiblemente deliciosas–, no siempre se preparan bien. Además, ¿qué hay de los otros muchos platillos de la culinaria yucateca que aunque no tan conocidos, no son menos sabrosos? La Fonda 99.99 está ahí para cubrir la necesidad básica de buena cochinita –con el balance ideal entre condimento, acidez y grasa– y otros antojos yucatecos sin más trámite que el de hacer la fila. Es un comedor grande, luminoso y sencillo, con mobiliario básico y casi desprovisto de decoración. Pero no se va a una fonda por el ambiente ni pensando en largas sobremesas, se va a comer.

Los primeros años de ser una asidua comensal probé casi toda la carta. El menú es muy variado, con diferentes especialidades del día y como ofrece muchos antojitos a buen precio, se puede pedir de todo, compartir, e ir pidiendo más sobre la marcha, porque además las órdenes salen muy rápido de la cocina. Las salsas de habanero tatemado y la xnipec de rigor (cebolla morada con habanero en vinagre) cumplen con los requisitos de sabor, picor y abundancia. Los platos fuertes son ricos, aunque para mí tienen la desventaja de no dejar espacio para otras cosas, contrario a su versión en taco. Yo ya llevo años pidiendo lo mismo: sopa de lima chica –me encanta que sea chica porque deja espacio para probar más cosas–, y para el centro muchos antojitos, porque vienen en porciones pequeñas, con tortillas chiquitas y están listos al instante:

Opciones de cerdo, en orden de preferencia

Tacos de pok chuc. Bistec de cerdo marinado en naranja agria y luego asado, picado y acompañado de pico de gallo y aguacate, además de salsa de habanero tatemado.

Panuchos de cochinita. La prefiero en panuchos porque no están fritos, la orden es muy grande para comer algo más y los tacos no tienen frijoles.

Tacos de lechón. Dos tortillitas rellenas de este animalito con la textura, sabor –léase grasa– y temperatura exactas.

 
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Opciones de mar, en orden de preferencia

Pan de cazón. Este platillo integra perfectamente sus elementos, como una buena lasaña: una capa de tortilla, una capa de cazón guisado con jitomate, cebolla, aceituna y demás, y una capa de frijol negro colado, bañado en más salsa de jitomate. Uno de los mejores platillos del sur del país.

Tacos de jaiba o de pulpo. Mariscos guisados, con habanero glorificados.

Otras opciones

Tacos de queso relleno. La combinación medio dulzona entre el queso holandés derretido, el picadillo y la salsa de jitomate con el habanero, no existe así en otro lugar.

 Papadzules. Un clásico yuca con el sutil sabor de la pepita.

 Codzitos. Miniaturas de flauta de res, bañadas en salsita roja y espolvoreadas con queso, ideales para botanear.

Todo esto acompañado de jarra de horchata, cervezas León y Montejo, y de postre los clásicos mexicanos, muy caseros: pan de elote, flan, arroz con leche y bolitas de queso.

El menú ofrece platillos especiales todos los días, y deben probarse. Entre estos, las albóndigas en chilmole y su sabor tatemado son mis favoritas, pero el queso relleno y la dulce longaniza de Valladolid le siguen de cerca. También hay platillos que responden al calendario festivo de la gastronomía peninsular como el mucbipollo o pib para día de muertos, que es un tamal con carne de pollo y cerdo, y achiote, la estrella de los condimentos yucatecos, tradicionalmente hecho en hoja de plátano y después enterrado.

La Fonda 99.99 es uno de esos lugares que generan adicción. Los iniciados lo consideramos un portal a los sabores de la península yucateca y los que ya lo conocemos, necesitamos una dosis de esa fórmula de tanto en tanto. Si se busca comida yucateca en la Ciudad de México, hay muchos lugares de dónde escoger pero la Fonda 99.99 es, para mí, una opción variada, auténtica y con atinada sazón.

 
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 Moras, 347, colonia del Valle; ciudad de México; t (55) 55598762. Abierto de martes a domingo de 13:00 a 19:00. No aceptan tarjetas. Frecuentemente hay lista de espera.